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Dieta sana y equilibrada

LA IMPORTANCIA DE COMER BIEN

La alimentación es a día de hoy un tema que genera polémica y que se encuentra en boca de todos. Los grandes avances que han experimentado las ciencias de la alimentación y de la nutrición en los últimos años nos enseñan la importancia que tiene que llevar a cabo una alimentación sana y equilibrada para poder tener una buena salud tanto física como emocional.

No existe una dieta ideal que sirva para todo el mundo, por lo tanto la dieta más adecuada es aquella que tiene encuenta los hábitos alimenticios, los gustos, el estado de salud, las costumbres e ideales, la actividad física y los diferentes estilos de vida.

Existe un criterio universal en cuanto al tipo de alimentos que deben consumirse dentro de la dieta cotidiana, lo que por un lado garantiza que se cubran las necesidades energéticas y nutritivas, y por otro, ayuda en la prevención de ciertas alteraciones y enfermedades relacionadas con los desequilibrios alimentarios.

¿QUE ES UNA DIETA EQUILIBRADA?

La dieta equilibrada es aquella que contiene una diversidad suficiente de alimentos en las cantidades adecuadas y que garantiza que se cubren los requerimientos de energía y nutrientes para el mantenimiento del organismo en condiciones óptimas, teniendo en cuenta edad y estado del sujeto, actividad, constitución física…

¿QUE SON LOS NUTRIENTES?

Son sustancias aprovechables por nuestro organismo que hacen posible la vida y que se encuentran en los alimentos: hidratos de carbono, grasa, proteínas, vitaminas y minerales.

El agua y la fibra no nutren, pero desempeñan un papel muy importante para el buen funcionamiento de nuestro organismo.

¿QUE PAPEL JUEGA LA ALIMENTACION EN LA PREVENCION DE ENFERMEDADES?

Un alimentación variada y completa, previene o al menos reduce el riesgo de padecer ciertas alteraciones o enfermedades a corto y largo plazo. Enfermedades como la hipertensión, obesidad, diabetes, enfermedades cardiovasculares, trastornos de la conducta alimentaria e incluso ciertos tipos de cáncer se relacionan con una alimentación desequilibrada. No se trata de una relación directa de causa-efecto, pero sí supone uno de los factores que contribuye a aumentar el riesgo de aparición y desarrollo de dichas enfermedades.


Las investigaciones actuales se centran ya no solo en el consumo de energía y nutrientes (proteínas, grasas e hidratos de carbono, vitaminas, minerales y agua), sino también en otros componentes no nutritivos de los alimentos, concretamente de la fibra y de los antioxidantes naturales presentes en los vegetales como elementos protectores frente a estas y otras enfermedades.